
Egea
Contemporanea
DESAPARECIDO
por Sebastián Cuenca
Era una fría mañana de otoño, Ed se alistaba como de costumbre para ir a su empleo que quedaba del otro lado de la ciudad, por ello, cada día tenía que salir apresurado de su departamento para coger el metro que quedaban a unas cuantas manzanas de donde vivía.
Pero, no todos los días eran como él esperaba, decenas de estudiantes, maestros, y otros trabajadores tenían que tomar ese mismo metro, a la misma hora, éste se llenaba hasta más no poder, resultando un viaje tan incómodo como fastidioso.
Ed llegaba a la oficina estresado y así permanecía toda la mañana y tarde de trabajo. El regresar a casa era otro calvario con una historia similar. Al llegar la noche comía algo ligero, veía programas ordinarios en la tele, hasta que finalmente sentado en su viejo sillón, con un vaso de cerveza se quedaba completamente dormido, hasta la mañana siguiente.
Una vida completamente aburrida y rutinaria, rogaba porque su vida fuera distinta y de hecho, pensaba muy seriamente hacerlo en las próximas semanas, cambiar de empleo, de hogar, salir de viaje. En fin, cambiar completamente de ambiente. Él se lo merecía, y por supuesto que sería lo mejor.
A la mañana siguiente ocurrió algo inusual, Antes de salir de casa, notó un sobre con dibujos y trazos de símbolos que nunca había visto en su vida, posaba bajo su puerta, Inmediatamente recogió el sobre y lo abrió, dentro contenía la fotografía de una lujosa casa, tenía el aspecto de ser antigua pero tenía muy buenos acabados, se veía elegante. Pero, notó algo muy particular.
Había unas estatuas pequeñas con forma humana, estaban calvas con miradas vacías y tristes que expresaban claramente un rasgo de dolor, adornaban los alrededores de la casa, y estaba situadas sobre un amplio jardín. Que por cierto, aquello había sido lo más tétrico que ha visto en una ciudad.
Prácticamente, el panorama de la vivienda se veía espectacular, conjuntamente con la fotografía venía un anuncio que decía que la casa estaba en venta, estaba de oferta y por eso a Ed le pareció que tenía un muy buen precio, sabía que conseguiría pagarla, contaba con unos cuantos ahorros y si pedía un pequeño préstamo al banco, la casa sería toda suya. Lo mejor de todo, era la dirección, tenía la noción del lugar, algunos colegas mencionaban que todo aquel sitio estaba embrujado, historias de fantasmas, hechizos, brujas y cosas por el estilo.
<<Tonterías>>, pensó.
De hecho, Ed toda su vida nunca creyó en nada que sus ojos no vieran, y por supuesto, nunca había sido el grupo de personas que eran supersticiosas, así que, nunca presTaba atención de aquellas historias de “miedo”, que lo único que buscaban era asustarlo. Finalmente, la casa, aquella casa, debía ser una señal, una voz interna que le decía que tenía que mudarse, que al fin tenía que ordenar su vida y aquel sitio sería el comienzo, sería el primer paso que tenía que dar para emprender una nueva vida.
Más tarde, al salir del trabajo tomó la decisión de visitar aquel lugar, y así lo hizo. El sitio formaba parte de unos suburbios, las paredes llenas de grafitis, jóvenes encapuchados que, o bien charlaban en una esquina con risas burlonas o bien se amontonaban haciendo círculos para hacer concursos de break dance. No tenía en mente un ambiente lúgubre, sin importar aquello, siguió su camino.
Al llegar al lugar, Ed se encontró con una bella mujer, sintió una pequeña espinita, una pequeña cosa que rasga tu estómago cuando va a pasar algo malo y te remueve levemente el interior, presentimiento le dicen, era la primera vez que le pasaba a Ed, así que no prestó atención, tal vez era solamente su imaginación.
Era una chica alta, una joven de piel blanca, traía puesto un largo vestido rojo. Sus ojos de color miel, mezclados con un poco de encan lo intranquilizaron un poco, en cualquier otro momento, o en cualquier otro lugar esos ojos le hubiesen cautivado y llenado de sentimientos de querer una cita con aquella mujer, pero, ese no fue el caso.
En fin, la muchacha le dio la bienvenida, y le hizo ingresar a la casa para que la viera por dentro. Ed no no supo que aquella invitación era una condena para no volver a ver la luz del día de nuevo. por el resto de su vida.
El interior estaba alumbrado tenuemente con algunas lámparas de gas antiguas, las paredes eran opacas, rayas con los mismos símbolos extraños, que estaban impresos en la carta que había llegado a su casa, esa misma mañana. Se sorprendió mucho al ver en el centro de la sala, una mesita, y sobre ella se encontraba un tablero de Ouija, a Ed inmediatamente le bajo la presión, tuvo una sensación extraña y empezó a temblar incontrolablemente, por supuesto era que el miedo sucumbía dentro, muy dentro de él.
El pobre dio la media vuelta, con la intención de correr, pero ahí estaba, la mujer impidiendo su camino. La joven con una mirada demoniaca, susurró algo a su anillo que traía puesto en su mano izquierda, el anillo era muy brillante y contenía un gema preciosa, un rubí, Inmediatamente de las paredes y el suelo, salieron brazos, manos que agarraron al pobre hombre, aunque gritará y quisiera quitárselas de encima, finalmente se lo llevaron a alguna otra dimensión fuera de la casa a través del suelo, su alma le estaba siendo arrebatada, era una fuente de alimento para aquellas sombras del inframundo.
Mas tardé, el cuerpo de Ed quedaría convertido en una horrible estatua, calva con una mirada vacía y triste, que expresaban claramente un rasgo de dolor, pues su alma estaba condenado a sufrir por toda la eternidad, como muchas otras personas que desaparecen sin dejar rastro alguno, como si las tierra se los tragara, conjuntamente con ellos, su humanidad y existencia.